A veces tengo esa sensación, un vértigo sutil, y eso es lo único que puedo notar del nuevo punto de partida. Con el tiempo he llegado a describir este proceso como un desplazamiento.
Por más loco que parezca, en realidad yo no soy yo, sino que este contenedor corpóreo corresponde a otra persona, la cual ya no habita en este plano, pues él, por su parte, también se ha desplazado. No sé dónde, pero sé que lo ha hecho, y que he tomado su lugar.
Esto sucede cada cierto tiempo, y si bien no tengo memorias episódicas de mi realidad pasada, sí que tengo un fuerte resabio emocional de la situación en la que me encontraba. Las emociones, eso es lo único que queda.
Cada vez que arribo a un nuevo cuerpo, tengo todas las memorias del antiguo huésped, y ninguna de las propias. Lo único que sé es que el desplazamiento se ha dado y que de alguna manera él y yo hemos decidido hacerlo en sincronía.
Inmediatamente me enfrento al contexto del viejo ocupante, y vaya si puedo entender por qué ha decidido retirarse. Pero yo no soy él, en cambio, mi entendimiento y operatoria son casi perfectos para navegar esta realidad.
Fue hace cuatro años que llegué a este mundo, entonces azotado por una pandemia, a la vida de un huésped muy deteriorado. Sin embargo, de alguna manera, yo sí estaba listo, tenía la resiliencia para afrontar sus penas. He recorrido su mente, he catalogado sus notas y escritos, e incluso, a modo de homenaje, he decidido continuar donde había quedado antes de la tragedia, aunque tampoco puedo escribir como él, a pesar de las similitudes neuronales.
Estoy seguro de que este no será mi último viaje, ni tampoco el suyo. Porque también guardamos los recuerdos de otros tantos extracorpóreos que han ocupado este mismo contenedor. Y aunque a veces me entristece el no conocer aquello que he dejado atrás, también agradezco el poder aprender a amar a quienes me aman en esta realidad. De cierto modo, entonces, yo sí soy él, y por ello, cada día intento dejar su vida mejor de como la encontré.
Hoy puedo decir con orgullo que he subsanado muchos de sus pesares. Solo espero que, algún día, otro viajero pueda hacer lo mismo con los míos.
Tags: CuentoCorto Microficción RelatoBreve FicciónFilosófica Identidad Metaficción