Conjuro del tiempo

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Esperar, aunque las agujas sean iguales a espadas atravesando la carne. Esperar, cuando ya hemos trazado la senda.

Cuando todo está hecho, cuando el camino ya ha sido surcado con los ojos de la intuición, con la lógica más profunda que despierta, motorizada por sí misma, como una fuerza fuera de este mundo que ha tomado posesión del propio cuerpo.

Esa fuerza ya ha hecho el trabajo, y es ahora que conduce la consciencia más allá de los límites cronológicos, en la seguridad del acto realizado.

Cuando se ha establecido una razón, a nada más lejano puede llegarse. Se ha puesto en marcha la máquina que, imparable y salvaje, se moverá a través del espacio y el tiempo, destrozando las cadenas que nos atan a la esfera física, llegando mucho más allá del acero, la piedra y el cristal.

Cuando el temple y la confianza en la decisión son irrevocables, fundadas en una razón inmanente a todo lo que es, se impulsa el pensamiento mil años hacia el futuro, y una vez que hemos visto el fin de los tiempos... sólo resta esperar.

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CC BY-NC-ND 4.0

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