La palabra, la palabra como pincel posmoderno.
Pinceles que han mutado, ya faltos de estructura, pinceles transgresores que poco les interesa la verdadera forma del párrafo o de la letra. Pinceles motorizados por la pulsión. Pinceles de miedo, de furia y de amor.
La palabra es teatro y es baile. Es tanto marcial como arte. Es una tarde dorada junto al río chispeante.
Me preguntaron qué era la sabiduría. Expliqué mi visión. Me preguntaron si la sabiduría era incertidumbre. Pero la sabiduría es prescindir del conocimiento, pues todo lo que se sabe, es en uno, visceral e interno, y cuando esto sucede las palabras fluyen como expresiones del universo.
Las palabras, como fotografía de un corazón por dentro.